Intolerancia en la Holanda liberal
LLUÍS FOIX - 09/11/2004 - 22.24 horas
Cientos de holandeses rindieron el último homenaje al cineasta Theo Van Gogh, asesinado hace una semana mientras paseaba en bicicleta en plena luz del día por el centro de Ámsterdam. Van Gogh había producido una controvertida película crítica con la cultura islámica. Recibió impactos de bala y fue rematado con varios golpes de arma blanca. El supuesto asesino es un holandés marroquí de 26 años.
Holanda es uno de los países más tolerantes de Europa. De costumbres liberales, abierta a todos los vientos de la civilización moderna, ha sido puesto como ejemplo de la convivencia interétnica. La muerte de Van Gogh se produce dos años después de que el líder populista Pim Fortuyn cayera asesinado por un holandés de extrema derecha que cumple una condena de dieciocho años de cárcel.
El asesinato del cineasta ha pasado prácticamente desapercibido en la prensa europea, ocupada en analizar el desconcierto producido por la victoria de Bush en las elecciones norteamericanas. Holanda ocupa la presidencia de turno de la Unión Europea y su gobierno no ha querido trasladar al resto de la Unión la sensación de frustración y de rabia de los holandeses tras este segundo asesinato por razones étnicas y políticas.
Varias mezquitas holandesas han sido objeto de actos vandálicos y frustrados intentos de pirómanos descontrolados. El alcalde de Eindhoven ha dispuestos una seguridad adicional para las mezquitas y escuelas después de que una bomba estallara en una escuela islámica causando serios desperfectos. Otros ataques a centros islámicos se han registrado en Utrecht y Amersfoort.
Los holandeses y los inmigrantes de procedencia musulmana viven momentos de gran tensión étnica en Holanda. Los gobiernos de los últimos tiempos han esquivado el debate y se han refugiado en un discurso de integración que ha dado resultados muy pesimistas. El resultado es que una sociedad abierta y tolerante como la holandesa vive con miedo. Miedo a la libertad de expresión y miedo a enfrentarse con un fenómeno que ha producido dos atentados contra dos figuras muy célebres.
Pym Fortuyn fue asesinado porque no creía en la compatibilidad de las culturas que conviven en Holanda. Inventó un partido político y no ganó las elecciones porque lo asesinaron días antes de los comicios. Su formación quedó en segundo lugar. Van Gogh ha muerto porque creía que se podía criticar a los musulmanes como se critica a los holandeses cristianos.
Los que somos partidarios de la integración de los inmigrantes, sean de la procedencia y del credo que sean, vemos cada vez con mayor inquietud el problema que las minorías de autóctonos y de musulmanes crean en sociedades donde el alud de recién llegados de procedencia islámica están creando en nuestras sociedades.
El problema está planteado con toda crudeza en Holanda. Pero también en España, Francia, Alemania e Italia. Europa no se ha preparado para integrar las masivas inmigraciones procedentes de países musulmanes. En nuestro país no sabemos ni siquiera cuántos inmigrantes tenemos ni qué hay que hacer con el casi millón de ilegales que conviven, trabajan y practican sus ritos con más o menos libertad.
En Francia, con un cinco por ciento de población musulmana, tienen un peso específico importante. El ex ministro del Interior, Nicholas Sarkozy, propone la integración total creando, si es necesario, un Islam de versión francesa. Pero según decía Le Monde hace unos meses hay unos trescientos enclaves musulmanes en los que la ley francesa no se aplica.
Cuando el gobierno ha exigido la prohibición del velo y de otros signos religiosos en las escuelas, varias muchachas musulmanas han desafiado la ley y se han quedado fuera de los colegios. Sarkozy no es partidario de la compatibilidad de las dos culturas. Tanto si nos gusta como si no, dice, el Islam es la segunda religión de Francia y tenemos que integrarla haciéndola francesa. Todo este discurso es perfecto. Pero la realidad indica que mientras los musulmanes se toman muy en serio su religión, los europeos la abandonan sin reemplazarla.
El filósofo alemán, Peter Sloterdik, es muy crítico con lo que llama la cultura del vacío en Europa. El europeo no está preocupado por la libertad que ya tiene asumida sino por la frivolidad de la que hace un uso indiscriminado y constante. Las mayorías electorales, dice, se han convertido a la internacional de los consumidores finales sin fe y sin convicciones. “El europeo de este comienzo de milenio es consciente de su posición delante del vacío”.
Ellos llegan cargados con unas creencias atávicas y encuentran una sociedad que no tiene muchas. Se refugia en los valores republicanos que tampoco ejercita con mucha convicción. La cultura del esfuerzo ha dado paso a la cultura de la vivencia.
Notícies sobre Peter Sloterdijk
La setmana passada vaig enllaçar una referència sobre aquest filòsof alemany. Lluís Foix el cita avui al seu article de "la Vanguardia". No sóc el seu representant ni el seu editor, tot i que si per aquells atzars googlians arriba a llegir el ribot i hi estigués interessat, en podríem parlar. Us transcric l'article.
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1 comentari:
Hola Jesús, no té res a veure, però que en penses de la frase de l'Eduardo Haro Tecglen "Nacionalistas = NAZIonalistas"?
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