Nació en el edificio de la antigua casa de la Moneda —de la que su abuelo paterno, don Crispín, era administrador modelo— situado en el número 23 de la calle de Segovia, con vuelta a la cuesta de Ramón. Casón viejo en una calle apenas urbanizada, por la que pasaba el arroyo de Pozacho y las vertientes de la Puerta Cerrada.
Casón viejo entre casuchas de vecindad, huertas y casones. La Posada del Maragato, la Posada de la Cruz. Casón viejo que diariamente presenciaba con los ojos pitañosos de sus balcones, el paso de reatas de mulas, carromatos cargados de botas de vino "de la tierra", escuadrones de coraceros franceses en patrulla, grupos de vecinos masullando las canciones de Pepe Botella, partidas de rebeldes de mentirijillas formadas por chiquillos desharrapados, pregoneros de crímenes con sus cartelones de colores crudos y chillones, animeros alharaquientos portando capillitas y sacudiendo campanillazos, corchetes lacios al servicio del jefe político, vejetes moratinianos —don Hermógenes, don Eleuterio— rancios del todo, en busca de botillería y del famoso jicarón de dos onzas de chocolate Torralba; beatillas de soplillo, vendedores de El Diario y La Gaceta —en cuyas noticias no creía nadie...
Carlos Sainz de Robles,
Cronista Mayor de los Madriles