Desde el punto de vista cultural - que, insisto, no es algo menor o accidental, sino algo indispensable en los medios ordinarios de la salvación-- y prescindiendo de las difíciles controversias canónicas y teológicas sobre su licitud o validez, así como de los aspectos pastorales, debo decir que la Misa nueva, al menos tal y como se celebra en los Estados Unidos, es un desastre. Y, con el respeto debido a las autoridades, debo dar testimonio público de mis peticiones privadas para que se restaure la gran liturgia gregoriana y tridentina que se celebraba antes de la reforma del concilio Vaticano II: la obra de arte más refinada y más bella que haya existido en el mundo: el corazón, el alma, la fuerza más determinante de nuestra civilización occidental, y la madre nutricia de tantos santos.
John Senior
La restauración de la cultura cristiana
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