Pero mientras más seria y acertadamente estudiemos las historias de los hombres, menos dispuestos estaremos a usar la palabra artificial. Nada en el mundo ha sido jamás artificial. Muchas costumbres, muchos vestidos, muchas obras de arte son tildados de artificiales porque muestran vanidad y afectación: como si la vanidad no fuera una cosa profunda y elemental, igual que el amor, el odio y el miedo a la muerte. La vanidad puede encontrarse incluso en los oscuros desiertos, entre los eremitas y las bestias salvajes que pululan por ahí. Puede que sea buena o mala, pero seguro que no es artificial: la vanidad es una voz que surge del abismo.
Lord Byron, G. K. Chesterton
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